miércoles, 13 de octubre de 2010

Las caricias, despiertan los placeres


Pareja de enamorados acariciándose.

Las caricias, los masajes sensuales, los besos, el coito, el sexo oral, la masturbación, son prácticas que pueden darse o no en una relación sexual y el orden y número de estas no tienen por qué estar marcados. Una relación sexual puede constar de unas caricias y una práctica oral, sin que se produzca penetración, y no por ello ese encuentro debe considerarse “incompleto”.

Un buen consejo para variar esta percepción sería empezar a olvidar el presupuesto de “relación sexual igual a coito” o “esta es la antesala de…”, “las preliminares para…”, “prolegómenos”, ideas todas de una concepción excesivamente coital de la sexualidad que todavía perduran en la sociedad actual.

Históricamente han coexistido dos posiciones fundamentales en torno al sexo: una que defiende que la estimulación preliminar es totalmente innecesaria para el disfrute de la pareja; mientras que otra manifiesta lo contrario y califica de imprescindible esta antesala.

Digamos que la primera opción figuraba como la más común entre la población general, y la segunda era la sostenida por unos pocos iniciados masculinos, pues las mujeres siempre han sabido y sentido que sin preliminares el disfrute es menor.

Los hombres no necesitan preliminares, las mujeres sí
Desde que se toma en consideración la sexualidad femenina y su satisfacción, la corriente mayoritaria es la de que los preliminares son importantes en las relaciones sexuales, sobre todo, al constatar que las mujeres pueden disfrutar del coito, pero tienen considerables “dificultades” para excitarse y para alcanzar el orgasmo con la simple penetración vaginal.

La consecuencia lógica de tal observación es que a la mujer hay que darle más tiempo para que consiga disfrutar plenamente de la relación sexual. Bajo el concepto de esa “preparación” están incluidos los llamados preliminares. Se ha llegado, incluso, a sacar algunas cuentas.: según dicen, los hombres no necesitan preliminares y alcanzan el orgasmo sobre los dos minutos de iniciada la penetración. Las mujeres precisan un promedio de ocho minutos de preliminares más, y al menos otros ocho minutos de coito para alcanzar el orgasmo.

Con tales datos, es comprensible el importante papel de las caricias y los juegos preliminares para conseguir una relación sexual satisfactoria y gratificante en ambos miembros de la pareja.

Acariciar es un arte
Es muy importante aprender a acariciarse y a dejarse acariciar. No se debe concentrar únicamente en las zonas erógenas comunes, ya que su piel está compuesta de una infinidad de puntos sensibles que se deben descubrir día tras día.

Cabellos: El estímulo del cuero cabelludo produce un relajamiento muy placentero al comienzo de la relación.

Orejas: El lóbulo de la oreja, la cavidad del pabellón auricular y la zona de detrás de la oreja aumentan su sensibilidad durante la excitación sexual.

Ojos: Los nervios parasimpáticos de los párpados pueden ser estimulados con algunos besos suaves sobre los ojos cerrados, produciendo una relajación que hace más placentero el contacto.

Boca y lengua: La sensibilidad de los labios aumenta con la excitación y la lengua permite un juego activo con las diferentes zonas del cuerpo.

Nuca, cuello y hombros: Con las manos o la boca se pueden estimular estas zonas de especial sensibilidad produciendo los placenteros escalofríos.

Zona axilar y cara interna del antebrazo: La manipulación suave resulta placentera en esta zona, pero siempre que se evite producir cosquillas. Como extensión de la línea mamaria requiere una estimulación muy suave.

Dedos: Su receptividad nerviosa es utilizada continuamente para sentir las texturas, formas y rugosidades de las cosas. Esta sensibilidad los convierte en un medio muy adecuado para sentir el cuerpo de la pareja.

Parte interna del codo: De carácter secundario y muy lento tiene utilidad en combinación con otras zonas, pero no de forma independiente.

Cintura y cadera: Acaricia suavemente toda la superficie de estas partes y combínalas con otras de mayor intensidad.

Espalda: A los lados de la columna vertebral se localizan una serie de nervios que pueden estimularse de forma muy efectiva por medio oral o manual, siempre en sentido ascendente o descendente. Frente al hueso sacro existe una zona más sensible que el resto.

Perineo: La zona comprendida entre los órganos genitales y el ano resulta sensible a la estimulación manual.

Ano: De gran sensibilidad tanto en el hombre como en la mujer, su estimulación sensibiliza toda la plataforma orgásmica.

La caricia en los órganos sexuales: El sexo femenino es más complicado que el sexo masculino. Debemos tener en cuenta que cada mujer es diferente y por lo tanto es necesario un aprendizaje para cada una de ellas.

El clítoris puede ser considerado como el punto estrella de placer orgásmico femenino, mucho más incluso que el punto G. Las caricias deben ser adaptadas para cada sujeto. No existen reglas en la materia. Generalmente, la suavidad y la dulzura son importantes, teniendo en cuenta la sensibilidad del lugar. Pero algunas mujeres aprecian una presión relativamente firme, mientras otras no quieren que las toquen, debido a la fuerte excitación que les producen las caricias alrededor de ciertas zonas. Para ellas, todo contacto directo que procura sensaciones demasiado fuertes, les resulta insoportable. Por si no lo sabías, es lógico comenzar despacito y con suavidad, aunque siempre les puedes preguntar lo que prefiere.

A la vagina no siempre se le aplican caricias interiores. Sin embargo, las necesita, pues, efectivamente, se trata de un órgano que no tiene muchas ocasiones de contacto. Esta es la razón por la que suele estar poco despierta al placer. Por ello, son muchas las mujeres que se quejan de su falta de sensibilidad y de la imposibilidad de alcanzar el orgasmo.

Y es normal, ya que para alcanzarlo, tienen que aprender a disfrutar del placer de los encuentros, de los contactos, y esto no se consigue con una sola experiencia. Para esto se necesita de tiempo. Sobre todo, es sensible a la presión relativamente apoyada o firme, a la lentitud y no a las caricias vivas y ligeras, como puede ser el caso del clítoris.

Explora todas estas facetas, insistiendo en los lados que se encuentran cerca de la entrada de la vagina, porque pasan por terminaciones ligadas al clítoris. Aunque en la zona de la parte del vientre (a unos 4 centímetros de la entrada) es donde se sitúa el famoso punto G. Además, las sensaciones que se obtienen estimulando la parte interna de la vagina son también muy apreciadas.

Ahora, ¿cómo prodigar las caricias al hombre? Si imaginas el blanco de una diana con un punto central que sería el más sensible, este punto estaría representado por el freno del glande. Es el lugar más reactivo al placer, el más rico en captadores de los deleites sexuales. A continuación le sigue la corona del glande, línea que es como un anillo entre la zona de piel y la mucosa más rosa. En un tercer nivel, el glande en sí mismo. Le siguen el tronco del glande y los testículos, así como la zona que rodea al ano.

El tronco del glande es un lugar particularmente receptivo a las caricias marcadas. Es el cuerpo esponjoso, cilíndrico por debajo del pene, siempre un poco blando, incluso en erección. Le gusta que le apliquen un masaje vigoroso y marcado.

En resumen para ellos y ellas
Todo es cuestión de tacto y habilidad. Cuanta más sensibilidad tengas en un punto, mayor prueba de suavidad habrá que hacer. Pero cuidado, a pesar de las generalidades, cada cuerpo es diferente.

Puede que tu pareja no sea como otra y prefiera las caricias de una forma diferente. Por ello, en una pareja es indispensable el intercambio de explicaciones, si realmente quieren darse placer mutuamente. Tus manos, evidentemente, son tus instrumentos naturales y sería una pena que te privases de ellas. Pero no te olvides que tienes un cuerpo, y que puedes utilizarlo.

Acariciar con palabras
Las mejores caricias parecen ser las de la mente. En efecto, mientras que acaricias el cuerpo amado, piensa también en acariciarle con tus palabras. Palabras de admiración (háblale de hermosura, de ternura, de lo que te gusta...), palabras de amor, excitantes (dile que le deseas, que te procura placer…)

Y después, piensa en pedirle si quiere más, de otra manera (más despacio, más rápido, más fuerte...)

Hablando, aumentarás claramente el efecto de las caricias manuales o corporales. Y recuerda que en el espacio del amor y su realización tú, y solo tú, eres una persona pionera y maestra al mismo tiempo. Depende de ti el pleno goce de tu relación y la de tu pareja.

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